El tercer disco de Acid Arab, “Trois” (Crammed Discs, 2023), insiste en esa mezcla entre ritmos electrónicos y melodías del Medio Oriente, en esa infusión de culturas distintas cuyo último objetivo es quemar las pistas de baile.
Todo empezó a finales de los ochenta, mientras en el mundo eclosionaba una nueva cultura alrededor de las raves y los clubes, las emisoras de París bullían con las músicas que llegaban desde el norte de África. Estilos como el Chaabi, el Dabke o el Räi se colaron así en el imaginario popular y en las memorias de Guido Minisky y Hervé Carvalho, dos jovenzuelos de la ciudad.
Muchos años después, durante un festival al que fueron invitados en Túnez, redescubrieron el poder de esta música, lo bien que casaba con géneros como el house o el techno, y decidieron traerla de vuelta a Europa. Y lo que comenzó como una excusa para organizar fiestas en clubes pequeños, terminó por transformarse en un grupo con todas las de la ley, al que se incorporaron productores, percusionistas y un sinfín de colaboradores.
Una mezcla extraña de música electrónica y discos árabes
Al principio, Acid Arab no era un grupo, sino un paraguas con el que realizar edits y remezclas para unas fiestas que organizabais en París. ¿Cómo eran aquellas fiestas? ¿Cómo era la música que sonaba y la gente que acudía a ellas?
En realidad, el proyecto comenzó como una sesión especial que nos encargaron para un festival en Túnez. Nos lo pasamos tan bien que decidimos seguir en esa línea, y comenzamos a montar fiestas en un pequeño club de París. Y allí descubrimos que el público disfrutaba tanto como nosotros, con esa mezcla extraña de música electrónica y discos árabes, hindúes o turcos.
En esa época, principios de la década de los 2010, la mezcla de house y música de Oriente Medio no era tan habitual como ahora. ¿Cómo llegasteis a ese tipo de sonido? ¿Había algún tipo de escena en París, o la descubristeis viajando por África?
Es importante recordar que París fue el corazón de la World Music durante la década de los ochenta. Crecimos rodeados de revistas y emisoras que dedicaban todo su contenido a este tipo de música: Radio Nova, Actuel Magazine, Beur FM, 123 Soleil… Todas aquellas músicas estaban allí, así que sería más apropiado decir que fueron ellas las que nos visitaron, y nos ahorraron la necesidad de viajar.
Acid Arab es una mezcla de diferentes culturas que a evolucionado con el tiempo
Las primeras referencias que se publicaron con el nombre de Acid Arab fueron varios EPs compuestos por edits y remeclas de música de Oriente Medio, realizados por amigos vuestros como Crackboy, Gilb’R o Etienne Jaumet.
¿Era un modo de disponer de música exclusiva para las fiestas? Y por cierto, ¿dónde encontráis la música para vuestras sesiones, tenéis “dealers” que os ayuden?
Desde que empezamos a recorrer un camino como Acid Arab, quisimos tener tener edits propios, pero también hacer música nosotros mismos. Así que llamamos a Pierre-Yves Casanova y Nicolas Borne, que tenían todo el material y las habilidades que necesitábamos para la empresa.
Como tú dices, empezamos con una serie de EPs en Versatile Records, en las que estábamos nosotros y algunos amigos, y después hemos publicado tres discos en Crammed Discs. En cuanto a tu segunda pregunta, ¿qué puede haber mejor que ser tu propio dealer de música?
Eso coincide con la idea que me había formado Acid Arab: que es más un colectivo con gente de distintos países y culturas, antes que una banda en el sentido tradicional del término.
Ha funcionado así desde el principio: comenzamos pinchando música de otros en fiestas, luego decidimos hacer nuestra propia música para pincharla en esas fiestas, y al final hemos terminado tocando la música que hacemos en directo. El concepto siempre ha sido el mismo, la mezcla de dos culturas; lo que ha evolucionado con el tiempo es la manera de llevar a cabo esa mezcla.
«Acid Arab es un reflejo del amor hacia los instrumentos árabes»
Vuestro primer disco, “Musique de France” (2016), es un perfecto ejemplo de esa mezcla inusual entre ritmos electrónicos e instrumentos árabes. Quiero decir, ese tipo de instrumentos han sido una constante en la música electrónica y de baile, pero en la mayoría de los casos se han utilizado solo como un recurso con el que dar un barniz exótico a determinadas canciones. Vosotros, en cambio, intentáis replicar el espíritu de esas músicas por medio de instrumentos digitales.
Acid Arab quiere ser un reflejo del amor y respeto que sentimos por esas músicas. Y por esa razón, jamás utilizamos samples ni intentamos replicar nada. Tenemos la fortuna de colaborar con grandes artistas, músicos y cantantes, que provienen de esas tradiciones y están dispuestos a compartir sus dones con nosotros. En cierta ocasión, un periodista describió nuestra música como “una infusión antes que una fusión”. Es una frase que nos gusta mucho.
De hecho, las primeras referencias que me vinieron a la cabeza cuando escuché el disco por primera vez tenían que ver con la música Räi antes que con el house. Artistas como Cheb Khaled o Rachid Taha fueron muy populares en España a principios de los noventa, en parte por su conexión con el flamenco. ¿Fueron también importantes para vosotros?
La música Räi es una influencia capital dentro de nuestro sonido. Nos encantan Cheb Kader, Cheb Khaled, Cheb Hasni, Cheikha Rabia, Cheikha Rimitti, Sofiane Saidi, Carte de Séjour, Rachid… pero también nos gusta escuchar música disco de Bollywood, techno de Detroit, electro chaâbi, psicodelia turca, música industrial o drum’n’bass. Todo eso cabe en nuestra música.
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